“Es un momento de felicidad para Sud?frica. Estamos sonriendo con precauci?n”, cuenta desde Johannesburg Menzi Ndhlovu, al conocerse que el pa?s volver? a tener un gobierno de unidad nacional dirigido por Cyril Ramaphosa, como el de la era dorada de Nelson Mandela. Ndhlovu, de 31 a?os, naci? justo en los dos a?os de transici?n pol?tica entre el fin del apartheid y las primeras elecciones democr?ticas, y adem?s de analista pol?tico, dice ser uno de los muchos que esperaban un cambio en el pa?s. Se cri? con la adrenalina y la esperanza del hist?rico primer presidente negro, pero los que le sucedieron ti?eron las siguientes décadas de abusos de poder, corrupci?n e ineficiencia gubernamental, y la generaci?n nacida en los 90 ha salido a votar movida por una “desilusi?n hist?rica”, explica Ndhlovu a El Peri?dico, del mismo grupo editorial que este diario.

El partido de Mandela, el Congreso Nacional Africano (CNA), perdi? la mayor?a absoluta que hab?a ostentado desde el fin del apartheid en las elecciones del 29 de mayo, resultado de una fragmentaci?n pol?tica y del desencanto de los votantes. El CNA logr? m?s del 40% de los votos, insuficientes para seguir gobernando en solitario. Esto pon?a en peligro la continuidad de Ramaphosa, que también fue el l?der pol?tico de la poblaci?n negra en el proceso de paz de 1992. De nuevo inmerso en arduas negociaciones, Ramaphosa ha logrado juntar suficientes apoyos este viernes, el d?a en que venc?a su plazo tras dos semanas convulsas.

Lo har? a través de un gobierno de unidad nacional sin precedentes desde que el partido lleg? al poder en 1994 que conformar? de nuevo la principal formaci?n opositora, la Alianza Democr?tica (AD), considerada centroderecha liberal y heredera de la dirigencia pol?tica blanca que se opuso al 'apartheid'. El otro socio de gobierno ser? el minoritario Partido de la Libertad Inkatha (IPF), que representa a la etnia zul?, la mayoritaria entre los negros sud?fricanos, y que aporta apenas 17 asientos pero contribuye notoriamente a “diluir esa percepci?n de que la CNA se ha vendido al capital monop?lico blanco”, apunta Ndhlovu, analista del think tank sudafricano Signal Risk.

También los compromisos firmados por este gobierno de unidad nacional son casi idénticos a los de 1994, ya que los originarios no se terminaron de cumplir. El acuerdo que los tres partidos han firmado se compromete a sacar adelante una “reforma fundamental” que incluye la creaci?n de empleo, abordar la pobreza y el alto coste de la vida, as? como luchar contra la corrupci?n y la delincuencia, preocupaciones que no solo ata?en a la clase baja sino también a una te?rica clase media sudafricana que no levanta cabeza. “Hay muchas expectativas en esta coalici?n y los que esperan cambios demasiado r?pidos pueden quedar decepcionados”, a?ade Ndhlovu.

Cortes de luz y desempleo

“Este es el resultado de una crisis de credibilidad. El problema es que no se ha conseguido una buena calidad de vida para la gente en estos treinta a?os”, explica a este diario Steven Friedman, director del Centro de Estudios Democr?ticos de la Universidad de Johannesburgo, ciudad que sigue experimentando cortes de luz de dos horas, tres veces al d?a. El agua corriente también es un problema, como lo son el paro y las infraestructuras b?sicas como carreteras o vivienda social. Los sudafricanos negros que hab?an sido dejados atr?s no han visto grandes mejoras a pesar de la ca?da del apartheid, tanto por negligencia como por malas pr?cticas.

“La iron?a es que el mayor obst?culo para el CNA sea justamente la facci?n de m?s nacionalismo radical que sali? de su partido”, se?ala el experto. Y es que, el que m?s ha capitalizado el descontento es, parad?jicamente, el expresidente Jacob Zuma (2009-2018), de 82 a?os, con su nuevo partido uMkhonto weSizwe (Partido MK), que se ha llevado m?s del 14 % de los votos en sus primeros comicios en solitario.

Populismos nacionalistas

“El MK ha pasado a representar la continuaci?n del movimiento de liberaci?n del fin del apartheid”, argumenta Michael Braun, de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo. La pol?tica de la identidad por etnias, m?s all? del bipolarismo entre partidos de blancos y de negros del inmediato post-apartheid, preocupa a los expertos. Esta tendencia del nacionalismo populista presente primero en EEUU y Europa, puede llegar a causar mayores estragos en un pa?s con un trauma colectivo de divisi?n social.

Con todo, el MK se ha quedado fuera del gobierno de unidad nacional, dando un respiro a esta inquietud, que queda aparcada apenas dos a?os hasta las elecciones municipales. Entre tanto, Braun enfatiza que la inclusi?n de la oposici?n dentro del gobierno abrir? una nueva etapa de “chequeos, equilibrios y supervisi?n” que rememora la época dorada de Sud?frica, cuando todo el pa?s se uni? para superar una gran dificultad -- que entonces era el apartheid, y ahora es una crisis social de tres décadas. “Soy relativamente optimista”, concluye Braun.



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