Las reuniones van a continuar, sean en Barcelona o en Ginebra. Pese a que el acuerdo con ERC no se aviste ni con catalejo, Salvador Illa ha pedido a su equipo negociador tes?n y optimismo hasta el final. La consigna es que las vacaciones, si las hay, sean cortas y, sobre todo, no muy lejos del Parlament. Tienen dos meses por delante que empezar?n a contar el pr?ximo 26 de junio y la impresi?n de los socialistas tras los primeros contactos con los republicanos es que el gran nudo por deshacer es el modelo de financiaci?n, pero que este convive con otro elefante en la habitaci?n que dan por hecho que intervendr? en la deliberaci?n: la crisis interna en la que est?n sumidos los republicanos.

Quedan cinco meses para el congreso en el que Oriol Junqueras quiere regresar ungido como presidente del partido y esta semana ha quedado claro que quienes consideran que deber?a desistir de ese intento no van a dar tregua. Incluso cuando los socialistas han empezado a comprar, aunque sea a nivel ret?rico, hablar de financiaci?n "singular", se han encontrado con una ERC m?s centrada en su particular batalla que en sacar pecho de que, ahora, se les corteje en detrimento de Junts con una de sus principales carpetas en estos ?ltimos meses.

As? que Illa asume que amarrar los 68 votos necesarios para ser presidente va a ser dif?cil porque no solo depende de la oferta que pueda formalizar a los republicanos, sino de c?mo se desarrolla la lucha de poder en la calle Calàbria. Incluso en el caso hipotético de lograr el vistobueno de Marta Rovira, al frente de las decisiones hasta el congreso que ERC celebrar? el 30 de noviembre, el riesgo estar? en lo que decidan las bases en una consulta. El fiasco del congreso de Barcelona en el que se ten?a que ratificar el pacto para entrar en el gobierno de Jaume Collboni y que fue suspendido sin fecha porque los militantes desbordaron el aforo previsto ha sido le?do como un aviso a navegantes en las filas socialistas.

Avanzar otras carpetas de la negociaci?n

Pero por muchos obst?culos que se avecinen, la orden de la c?pula del PSC es arremangarse a fondo. La concreci?n de la oferta en materia de financiaci?n requiere de tiempo porque se trata de una carpeta quePedro S?nchez ya ha constatado que, m?s all? del choque con la salida del régimen com?n que reclaman los independentistas, levanta también ampollas entre sus propias filas y las de la mayor?a que lo sostiene en el Congreso. Al presidente del Gobierno le tocar? hacer orfebrer?a tanto interna como externa y calcular cu?l es el momento oportuno de las negociaciones para poner encima de la mesa su mejora de los recursos para Catalunya.

Mientras se liman asperezas en este flanco, Illa quiere avanzar en otros asuntos que no dependen de la esfera estatal y en los que considera que puede estrechar lazos con ERC, como en materia de defensa del catal?n. De la misma manera que quiere resolver los obst?culos -que considera menores y sorteables- con los Comuns y que tienen que ver con las pol?ticas de vivienda y con la defensa de proyectos como el Hard Rock y la ampliaci?n del aeropuerto. Con el grupo presidido por Jéssica Albiach la interlocuci?n es fluida y frecuente. El PSC negociar?, por un lado, con ERC y por el otro con Comuns, pero el objetivo final es acabar de cerrar el pacto a tres con independencia de si la f?rmula pasa por un gobierno de coalici?n del que los republicanos ya han anticipado que no formar?n parte.

Una suma en riesgo si se repiten elecciones

El temor del PSC es que todos los esfuerzos acaben siendo en vano. Illa ha trasladado p?blicamente que se ve capaz de conseguir la cuadratura del c?rculo y que pedir? al presidente del Parlament, Josep Rull, presentarse a la investidura cuando tenga atada la mayor?a para que prospere. Pero no ha aclarado si dar? el paso de postularse igualmente si la fecha l?mite del 26 de agosto se acerca y el acuerdo no llega. Teniendo en cuenta que entonces la repetici?n electoral estar?a m?s cerca que nunca, el l?der del PSC tendr?a que decidir si se expone a un intento fallido que servir?a como carta de presentaci?n para los comicios que se celebrar?an el 13 de octubre, pero que también deber?a suponer el retorno de Puigdemont, que prometi? regresar cuando se celebrara un pleno de investidura, ya fuera la suya o no y aunque no tuviera aplicada la amnist?a.

Por ahora, los socialistas tratan de borrar de su imaginario ese supuesto. Sobre todo porque, pese a que consideran que no ser?an los principales perjudicados en unos nuevos comicios en los que creen que habr?a una mayor polarizaci?n con Junts, el gran riesgo que se correr? es que la suma con ERC y con los Comuns, que ya sufrieron un varapalo el pasado 12 de mayo, ya no sea posible. Y eso complicar?a, mucho m?s si cabe, la gobernabilidad que con el actual reparto en el Parlament.



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