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Imaginen un mundo en el que el coche eléctrico se hubiese popularizado y utilizado mucho antes que el coche de combusti?n. En este universo paralelo, nuestras ciudades estar?an llenas de veh?culos limpios, silenciosos, y eficientes. Los coches eléctricos habr?an evolucionado a lo largo de décadas, perfeccion?ndose hasta alcanzar niveles impresionantes de autonom?a, velocidad y fiabilidad. Ahora, de repente, en este futuro ideal, alguien introduce la idea de los coches de combusti?n interna. ?C?mo reaccionar?amos?

En nuestro escenario alternativo, los coches eléctricos dominan las carreteras desde principios del siglo XX. Los avances tecnol?gicos en bater?as y motores eléctricos habr?an progresado significativamente. Los problemas iniciales de autonom?a y tiempos de carga se habr?an resuelto de una forma natural a medida que crec?a el parque automovil?stico, con innovaciones como bater?as de alta capacidad y sistemas de carga ultrarr?pida. Las estaciones de carga ser?an tan comunes como las cafeter?as en cada esquina.

Los coches eléctricos, desarrollados durante décadas, utilizar?an bater?as m?s ligeras y duraderas, y los motores eléctricos ser?an extremadamente fiables. La infraestructura de carga estar?a integrada en todos los aspectos de la vida urbana y rural, facilitando largos viajes sin preocupaciones.

Ahora, introduzcamos elcoche de combusti?n interna en este mundo eléctrico avanzado. Desde el primer momento, surgir?an cr?ticas y dudas. Los coches de combusti?n interna ser?an vistos como una regresi?n arcaica. Estos veh?culos ser?an ruidosos, produciendo un ruido constante y molesto comparado con el suave zumbido de los motores eléctricos.

Adem?s, los coches de combusti?n emitir?an gases nocivos, contaminando el aire limpio al que las sociedades estar?an acostumbradas. La noci?n de llenar un tanque con combustible f?sil, una pr?ctica sucia y potencialmente peligrosa, parecer?a primitiva y obsoleta. Las estaciones de servicio ser?an vistas como reliquias del pasado, con el riesgo a?adido de explosiones y derrames contaminantes.

En comparaci?n con los motores eléctricos, los motores de combusti?n ser?an menos eficientes. La pérdida de energ?a en forma de calor y fricci?n en los motores de combusti?n contrastar?a con la eficiencia casi total de los motores eléctricos. La necesidad de mantenimiento constante, desde cambios de aceite hasta reparaciones complejas, har?a que los coches de combusti?n fueran menos fiables y m?s costosos a largo plazo. Y el ruido de los V12 que ahora a?oramos y veneramos, ser?a visto como un horrible estruendo insoportable.

Los costes de combustible fluctuantes, dependientes de la inestable geopol?tica del petr?leo, a?adir?an otra capa de incertidumbre econ?mica para los propietarios de coches de combusti?n. En contraste, la electricidad, generada cada vez m?s por fuentes renovables en este mundo ideal, ser?a barata y abundante... o no.

El confort también ser?a un factor determinante. Los coches eléctricos, silenciosos y suaves, ofrecer?an una experiencia de conducci?n superior. La vibraci?n y el ruido del motor de combusti?n har?an que los viajes largos fueran menos placenteros. Por no hablar de la incomodidad de tener que mover una palanca para tener que ?cambiar de marcha! Adem?s, el calor generado por los motores de combusti?n har?a que la gesti?n térmica del habit?culo fuera m?s complicada y menos eficiente.

Finalmente, la introducci?n del coche de combusti?n ser?a vista como un desastre ambiental. La dependencia de los combustibles f?siles no solo aumentar?a las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también contribuir?a a la contaminaci?n del aire, afectando la salud p?blica. La idea de deshacer décadas de progreso hacia un transporte limpio y sostenible ser?a dif?cil de aceptar para una sociedad acostumbrada a la electricidad limpia y renovable.

En resumen, si los coches eléctricos hubieran sido la norma desde el principio y de repente se introdujeran los coches de combusti?n, la reacci?n ser?a de incredulidad y rechazo. Estos veh?culos arcaicos ser?an vistos como un paso atr?s en términos de tecnolog?a, seguridad y sostenibilidad. El motor de combusti?n interna, con todas sus desventajas, parecer?a una reliquia del pasado, incapaz de competir con la sofisticaci?n y los beneficios de los coches eléctricos que habr?an dominado nuestro mundo durante tanto tiempo.

Como veis, no se ha tocado en ning?n momento un factor fundamental en los coches eléctricos, como es la eficiencia y sostenibilidad, ya que hablar de que uno tira humo y el otro no, es un debate demasiado nimio. Para saber quién gana realmente en este combate habr?a que calcular el impacto medioambiental en toda la cadena de valor del veh?culo, es decir, desde el inicio de la producci?n donde el eléctrico sale perdiendo por la producci?n de las bater?as. A esto cabr?a sumar qué se hace con ellas una vez ya no sirven, etcétera. As? que no vamos a entrar en este polémico apartado.

Lo que hemos querido demostrar con ejercicio hipotético es c?mo nuestra percepci?n de la tecnolog?a est? profundamente influenciada por el contexto hist?rico y el progreso. Si bien hoy criticamos a los coches eléctricos por sus limitaciones en autonom?a, tiempo de recarga, escasa infraestructura de carga, falta de personalidad..., es importante recordar que todas las innovaciones pasan por fases de desarrollo. En un mundo donde los coches eléctricos hubieran tenido el mismo tiempo para evolucionar que los de combusti?n, nuestra visi?n del transporte ser?a radicalmente diferente: los coches eléctricos ser?an perfectos y los de combusti?n arcaicos.



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