En las 341 hect?reas que ocupa Central Park hay m?s de 9.000 bancos. Si quieres puedes ‘adoptar’ un banco, o un sitio en alguno de ellos, por una cantidad que oscila entre los 7.500 d?lares y los 10.000. Si lo haces, la Central Park Conservancy pondr? una placa con tu nombre en él.

En Londres, el bi?grafo de los Beatles, Hunter Davies, escribi? en 2021 una una gu?a de parques ('London Parks') y contabiliz? hasta 370. Entre ellos estaba Hampstead Heath, al norte de Camden, el primer 'Parque del Silencio' de Europa. Valga como referencia que en la City inglesa hay 230 teatros, siete equipos de f?tbol en la Premier “y un r?o imponente, el T?mesis, que es el coraz?n de su historia", seg?n escribe Davies. Les recomiendo fervorosamente el libro.

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De parques y bancos

La Par?s que paseamos hoy lo es gracias al Bar?n Haussmann, que no teniendo conocimiento alguno de arquitectura o urbanismo, la convirti? en una ciudad en obras durante 20 a?os. Aunque fue obligado a renunciar en 1870 por las cr?ticas al emperador debido a los altos gastos que acarreaba, el plan sigui? en pie hasta finales de los a?os 20. Haussmann orden? construir grandes avenidas, plazas, un sistema de cloacas, un acueducto, una red de gasoductos para iluminar calles y edificios, fuentes, ba?os p?blicos... Le sum? estaciones de tren –la Gare du Nord y la Gare de L’Est– la ?pera de Par?s, teatros, mercados y una red de doce avenidas nacidas en el Arco del Triunfo. Par?s duplic? su tama?o y triplic? su poblaci?n. Y, por supuesto, reg? de parques la Ciudad de la Luz, entre ellos el de Bois de Bolougne.

En el modesto Parque del lago de Schwenningen, que est? cerca de los institutos del pueblo y de la subida a la colina de Baar, puedes encontrar m?s de una docena de especies diferentes de aves: mirlos, gorriones, ?nades, urracas, cigüe?as, estorninos, zorzales, palomas, milanos reales... El primer d?a que paseaba por él me topé con un banco que se termin? convirtiendo en mi mesa de redacci?n durante muchos d?as. En este tiempo lo compart? con parejas de novios, pandillas de adolescentes, septuagenarios solitarios, madres vigilantes… Hasta con una pareja de polic?as que se sent? un d?a a tomar un s?ndwich en un descanso de su turno.

Ha sido mi ‘zona de confort’ estas semanas en la Selva Negra junto a la cantina de un albano donde he parado a comer o cenar a deshora. Cuando los aguaceros cejaban, y no hab?a ruedas de prensa, entrenamientos o viajes, siempre regresaba de Dusseldorf, Berl?n o Gelsenkirchen al banco para ordenar la cabeza y la agenda. Y para escribir. Un lugar en el que todos éramos an?nimos, y, sin embargo, c?mplices. Todos acud?amos a refugiarnos a ese precioso parque en el que nos pon?amos cara, pero no nombre. Lugar m?gico para alguien que f?bula con la vida de quienes se cruza. Al final me atrever?a a decir que incluso era capaz de reconocer a los habituales. Yo acud?a con mi libreta y mi pluma, el ordenador y algo de m?sica: Yan Tiersenn, Charles Aznavour, Wagner, los Planetas, Iv?n Ferreiro, Xoel... Si la felicidad son momentos, en ese banco del Parque del lago he coleccionado unas cuantos en este verano te?ido de oto?o en el sur de Alemania.

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Ese banco se ha convertido en un lugar de certidumbre y agradable rutina. Un hogar imprevisto, y al tiempo necesario, al que acud?a para ordenarme ayudado por la quietud del agua y un silencio que romp?a el parpeo de los patos. En un banco parecido, pero de Central Park, escribi? Woody Allen el gui?n de su pel?cula ‘Manhattan’, un canto de amor a Nueva York.

"Tu lugar en el mundo"

He escuchado m?s de una vez a veteranos viajeros repetir que “todos tenemos un lugar en el mundo”. Un sitio con el que te topas, de repente, y en el que te sientes inexplicablemente en casa. Washington Square, a caballo entre el Village neoyorquino y los clubes de jazz del Soho, ser?a el m?o. Podr?a pasar d?as o semanas sentado all? viendo pasar la vida por delante. En realidad, ya lo he hecho un par de veces. All? se grab? ‘Descalzos en el parque’, una deliciosa comedia en la que Jane Fonda y Robert Redford dan vida a una pareja de recién casados que protagonizan situaciones hilarantes.

Llegan jornadas de viajes, hoteles y maletas. Abandonamos para siempre la frondosa Selva Negra para pasear por ciudades deslumbrantes como M?nich y Berl?n. Escenarios de una carga hist?rica apabullante, diametralmente opuestos a la discreta Schwenningen, que quedar? grabada para siempre en alg?n recoveco de mi cabeza. El banco se viene conmigo, en una foto enmarcada que descansar? en la librer?a de casa. Y cuando lo vea recordaré lo feliz que fui este mes siendo simplemente ‘el chico del banco’.



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