Alexa Evans nunca visit? Monte Alto, el barrio coru?és en el que el joven que la interpreta creci? y tuvo su primer contacto con un escenario. ?l prefiere no decir su nombre masculino, tal y como har?an las travestis espa?olas de antes, que llegaban al pub montadas y se iban tal cual. La identidad bajo la peluca queda reservada para quien la sufre o la merece y, por la contra, el personaje que construye por las noches, con maquillaje y vestidos, se entrega por completo a su p?blico. Hasta que es de d?a y deja de existir.

El joven, cuando no lleva peluca, es doctor en Biolog?a Molecular por la Universitat de Barcelona. Antes estudi? la carrera en la Universidade de Santiago de Compostela. De aquellas, mientras le?a sus apuntes de bot?nica, se pintaba un ojo hasta la sien. Estaba creando su drag, Alexa Evans, que en el presente ya suma unos a?os actuando en diversos locales de la noche barcelonesa.

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Para quien lo desconozca, unadrag queenes, en palabras de Alexa, “una artista que entretiene a través de la transformaci?n”. Y a?ade, “cada uno puede definir el cambio como quiera, ya sea con una peluca y unas pesta?as de infarto, con una BB cream o sin tacones, como te dé la gana. Es un arte libre y como tal, es subjetivo, solo su autor puede juzgarlo”, opina.

Su autor y RuPaul. Desde que la drag americana inici? su andadura en televisi?n hace quince a?os, este arte vivi? un buma nivel planetario. Espa?a no estuvo exenta: el concurso Drag Race Espa?a ya lleva tres temporadas en emisi?n y hay cinco firmadas.

Con la expansi?n de estas performers también llegaron las cr?ticas. Un sector del feminismo las acusa de “misoginia” y hay estados de Norte América en los que est?n a punto de, literalmente, prohibirlas.

Alexa reflexiona que todo parte de la falta de conocimiento: “Yo puedo comprender que hubo un momento de la Historia en el que s? hab?a se?ores vestidos de mujer con tono sat?rico, pero estos argumentos est?n basados en no conocer para nada el drag. Esto va desde mujeres cis que hacen drag a personas que interpretan monstruos, peces o incluso bolsas de basura. Siendo un arte tan ligado a la comunidad LGTBI+, ya me parece turbio insinuar que no es una pr?ctica que implica un pensamiento profundo sobre el género y sus formas”.

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Alexa en una sesi?n realizada en Barcelona
PABLO BERNAL
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Si algo tienen en com?n las dos ocupaci?nes -diurnas y nocturnas- de Alexa es laprecariedad. A?n puede compaginar, pero no cree que sea algo que sostenible en el tiempo. “La ciencia es un mundo completamente esclavo, al menos la investigaci?n p?blica, muy demandante, precario y exigente. Implica unos horarios y una dedicaci?n que te coarta de realizar muchos hobbys y directamente tu vida social en ocasiones”, afirma.

El drag, m?s de lo mismo. “Es dif?cil, est? mal pagado y ocupa much?simo tiempo. No solamente vamos a una discoteca y actuamos. Yo d?as antes estoy peinando una peluca, que me lleva bastante tiempo, preparando la coreograf?a para un show, contactando con diferentes personas para que me hagan un vestuario (en el caso de las que cosen ya ni hablamos del tiempo) y adem?s de esto, tanto el p?blico como la discoteca te van exigiendo que cambies de looks y de canciones. Salir a las tantas de actuar a veces no es compaginable con estar en un laboratorio en la otra punta de la ciudad a las 9 de la ma?ana”, relata Evans.

Pese a los malabares que implica cumplir con la vocaci?n y hacer lo que se sabe, en ocasiones uno se lleva ciertas alegr?as.





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