El despliegue log?stico puesto en marcha por Primavera Sound para hacer llegar a decenas de miles de personas (al menos te?ricamente) hasta el recinto de la Ciudad de Rock de Arganda del Rey, a unos 40 km del centro de la capital, se somete hoy a su primer test de fuerza, después de la suspensi?n de la jornada de apertura, ayer jueves, a causa de las lluvias ca?das en los ?ltimos d?as. Este peri?dico ha hecho la ruta en bus puesta en marcha por la organizaci?n que parte desde el estadio C?vitas Metropolitano hasta el lugar donde se celebran los conciertos.

El primer reto lo plantea el propio estadio, situado en la periferia este de la ciudad. Aga y Aline, dos veintea?eras polaca y alemana respectivamente que estudian en Madrid y viven en la céntrica zona de Delicias, cuentan que han tardado una hora en metro en llegar hasta él. Una vez all?, un recinto gigantesco rodeado de aparcamientos infinitos, la situaci?n es la siguiente: si consideramos el estadio la esfera de un reloj y usted llega en moto, taxi o metro (el acceso en coche es m?s complejo), tendr? que aparcar o ser? depositado en la hora 6 de la esfera del reloj, y los autobuses est?n situados en las 12. As? que prep?rese para caminar, porque hay que rodear ese mastodonte, y eso supone m?s de un kil?metro. A algo menos de media distancia, a eso de las 8 o las 9 horas, se sit?an las carpas donde se ense?a la entrada y te ponen la pulsera. Las colas a las 17h no eran demasiado largas y todo funcionaba con agilidad, pero el panorama era el que se imaginan: unas gigantescas tiendas blancas montadas en medio de un aparcamiento de asfalto en el que, hoy s?, el sol empezaba a caer a plomo con alg?n placentero interludio de nubes.

La zona donde se sit?an las lanzaderas, diez minutos de paseo cuesta arriba después, es donde la organizaci?n ha montado el célebre escenario Comunidad de Madrid, en el que el miércoles actuaron Pet Shop Boys y otros artistas como parte de la jornada preparatoria gratuita. Hoy ese escenario situado a espaldas del estadio, en el que te?ricamente estos d?as deb?a haber conciertos para amenizar las esperas, permanec?a cerrado y no hab?a ni rastro de los foodtrucks y dem?s atracciones previstas. La raz?n: que esta noche act?an en el C?vitas Metropolitano Guns N’ Roses, con The Pretenders abriendo boca, y lo que se o?a en cientos de metros a la redonda era el sonido rockero de lo que no se sab?a si eran unos teloneros que ya empezaban a ambientar la jornada o alg?n tipo de m?sica pregrabada. Miles de camisetas negras y chalecos vaqueros con insignias de rosas y fuego pululaban por los aleda?os, en un n?mero que superaba al de los asistentes al festival, con vestimentas m?s claras y coloristas. El contraste de p?blicos era evidente: maduro y cis-hetero el rockero, joven y diverso el del Primavera.

Las lanzaderas funcionaban como un reloj, partiendo una cada cinco minutos aproximadamente de unos espacios configurados como si fueran d?rsenas y con unos 30 o 40 autobuses dispuestos en el parking esperando su turno. La impresi?n es que claramente sobraba transporte. Otra cosa fue el viaje a través de las autov?as madrile?as. Aunque amenizado por los diferente acentos que se escuchaban (la proporci?n nacionales-extranjeros deb?a andar en el bus en torno al 70-30%) y por ese esp?ritu festivalero y joven que hace que unos pidan m?sica al conductor y otros comenten la biograf?a detallada de Skrillex, la cosa se hizo muy larga. Quiz? alguien deber?a haber pensado en el atasco que se organiza en la A-3 a la hora de la salida del trabajo. Y menos mal que esta no era una jornada de éxodo a las playas valencianas. Aga y Aline resum?an la odisea: “una hora en llegar hasta el estadio y otra hora en llegar hasta el festival. No sab?amos que se iba a tardar tanto”, se lamentaban.

El otro servicio de lanzaderas, el que parte desde la ciudad de Arganda, la m?s cercana al recinto, también funcionaba de manera muy ordenada, informa ?ngeles Castellano. Los carteles indicando destino solo aparec?an en el frontal del bus (de los verdes interurbanos del Consorcio de Transportes) pero la gente sab?a a d?nde ir, y su a primera hora sal?a con cierta afluencia del metro y ordenadamente se dirig?a hacia el bus, a medida que avanzaba la tarde comenzaban a formarse ya colas muy importantes. En el bus, era el propio conductor el que pon?a orden: "tenéis que bajar, no puede ir nadie de pie, pero no os preocupéis que el siguiente viene enseguida". Hab?a incluso vecinos que se animaban a hacer de taxistas informales.

Una vez en la Ciudad del Rock, el recinto parec?a en buen estado de revista. Salvo alg?n charco aislado, no hab?a rastro de un barro que ha quedado completamente cubierto por el césped artificial. Otra cosa era la impresi?n visual, que recordaba mucho m?s a un Mad Cool que a un Primavera Sound en el F?rum barcelonés. Pero ese es otro debate, de marca, que tendr? que afrontar el festival si decide reincidir en la capital. La m?sica, que es lo importante, recib?a a los recién llegados con los suaves acordes de Japanese Breakfast, y los rostros de p?blico y organizadores se ve?an por fin relajados después de la tensi?n acumulada en los ?ltimos d?as.



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