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منتديات اغليتك منتديات عامة اخبار اوربا En busca de Garc?a Lorca: “Mi abuelo lo conoci? la noche en que los iban a matar”
Reem Senior Member

No resulta f?cil reconstruir con la imaginaci?n el ?ltimo momento de las vidas del poeta Federico Garc?a Lorca, el maestro de escuela Di?scoro Galindo Gonz?lez y los banderilleros Joaqu?n Arcollas y Francisco Galad?, tiroteados entre el 18 y el 19 de agosto de 1936. El hispanista irlandés Ian Gibson, principal investigador de ese cu?druple asesinato, ha recolectado al menos el detalle, entre otros, de que aquella noche no hab?a luna. Es una de las pocas seguridades que tiene, porque todav?a hoy sobre esa cuesti?n “?nadie dice nada, no se sabe nada; es una vergüenza!”, clama indignado.

Se conjetura con que esos postreros instantes los compartieron los cuatro reos en pie ante una fosa previamente excavada, y que fue al borde de ese agujero donde exhalaron su ?ltimo suspiro. “Mi padre me cont? que no los fusilaron con escopetas, sino con pistolas; que los colocaban al borde de la fosa, les pegaban un tiro en la cabeza y luego, ya ca?dos, les daban el tiro de gracia”, relata Nieves Garc?a Catal?n.

El nombre de esta trabajadora de El Corte Inglés ya jubilada, nieta de Di?scoro Galindo, encabeza ahora una incorporaci?n a la causa 68/2024, pedida a la Audiencia Provincial de Granada el 27 de mayo. Es el ?ltimo intento legal de la m?s simb?lica e infructuosa de las b?squedas entre las fosas comunes de Espa?a: se busca a Di?scoro, y con él, a Lorca.

No nos sigas”

Al poeta, al docente y a los toreros los uni? un negro destino. No se conoc?an antes de que los juntaran en el centro de detenci?n en que los sublevados de la Guerra Civil hab?an convertido una vieja colonia escolar. En la colonia pasaron unas horas juntos. “Mi abuelo lo conoci? cuando los iban a llevar a matar”, comenta Nieves Garc?a.

A Di?scoro Galindo, republicano de izquierdas, natural de Valladolid y destinado en Andaluc?a, lo fue a investigar una partida de falangistas a su casa de Pulianas, no lejos de Granada, el pueblo donde ejerc?a de maestro de escuela. “No encontraron nada que comprometiera a mi abuelo, porque no pertenec?a a ning?n partido. Pararon el registro y dijeron: ‘Volveremos’”, relata la nieta. Era la noche del 16 de agosto; al d?a siguiente lo fueron a buscar unos guardias de asalto, y lo sacaron de la casa. Tiraron de él a rastras, pues Di?scoro era cojo desde que, a?os atr?s, un tranv?a de Madrid le cortara una pierna.

Su hijo Antonio agarr? la muleta que usaba el padre y sali? corriendo para entreg?rsela. Vio c?mo lo montaban en un cami?n, vigilado por los agentes. Cogi? una bicicleta y se fue detr?s para seguirlo, hasta que el cami?n se detuvo un instante y uno de los guardias, apunt?ndolo con su fusil, le advirti?: si continuaba siguiéndolos, correr?a la misma suerte que el detenido.

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Nieves Garc?a Catal?n, nieta de Di?scoro Galindo, fusilado con Federico Garc?a Lorca.
José Luis Roca
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Nieves Garc?a Catal?n ha repetido esta historia ante quien ha querido escucharla desde que, en el 59, pasados ya 20 a?os del final de la guerra, consigui? que Antonio Galindo, su padre adoptivo, se la contara. “Antes, mi padre nunca habl? de esa noche. Cuando mis hermanas le preguntaban qué hab?a pasado, se pon?a a llorar y no dec?a m?s”.

Antonio Galindo, médico militar veintea?ero, hijo de un librepensador ateo al que unas hablillas de pueblo condenaron de facto por esos dos rasgos, se hizo cargo de la crianza de Nieves en los tiempos m?s negros de la posguerra. Ahora, es esa hija acogida la que quiere corresponder. De hecho, ya lo intent?, en vano, hace tres a?os ante los tribunales europeos. “Me meteré en cuanta causa judicial sea necesaria -promete-. Creo que encontrar los restos de mi abuelo y poderlos llevar a Pulianas ser?a el mejor homenaje para mi padre”.

Cavar el barranco

Otra vez el punto de las pesquisas es el barranco que cae al borde la carretera entre V?znar y Alfacar. Ya hay un centenar de esqueletos hallados en distintos emplazamientos de la cuesta, pero no consta a?n el hallazgo de ninguno al que le faltara una pierna. All? donde aparezca el cad?ver cojo podr?a estar también el escritor universal, al que Ian Gibson considera “el mayor poeta nacional de Espa?a, y el desaparecido m?s llorado del mundo”.

El pasado 12 de abril, la Fiscal?a Provincial de Granada inici? una investigaci?n preprocesal “quedando a la espera de la finalizaci?n de los informes periciales” de los restos humanos que se obtuvieran en nuevas excavaciones en el barranco de V?znar.

Son los trabajos para tratar de recuperar cuerpos en varias fosas comunes del paraje granadino, los trabajos arqueol?gicos que el pasado fin de semana permitieron devolver a las familias Rosales y Adarve los restos de dos de los asesinados en las razzias de finales de agosto de 1936.

Y son, también, las excavaciones y las diligencias de fiscal?a en las que la representaci?n de la nieta de Di?scoro Galindo ha solicitado ser parte. El abogado madrile?o Eduardo Ranz, experto en memoria hist?rica y representante de Nieves, pretende con esto la reapertura de un proceso judicial de 2019, exigiendo la exhumaci?n de Di?scoro y quienes le acompa?aron en su tr?nsito a la muerte aquella noche de agosto.

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Eduardo Ranz, abogado.
José Luis Roca
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Hay un enganche legal en la iniciativa, que pasa por el campo del derecho internacional: “Lo que pretendemos enjuiciar son cr?menes de lesa humanidad que nunca han sido investigados judicialmente”, explica Ranz.

Cree el letrado que la obligaci?n estatal de investigar los cr?menes de lesa humanidad es uno de los m?s s?lidos soportes de la causa. El otro es el derecho a la digna sepultura, el mismo argumento legal con el que consigui? en 2016 que un juzgado de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) permitiera a las familias recuperar cuerpos de parientes enterrados en el Valle de los Ca?dos. “Sacamos a Franco de Cuelgamuros, y encontraremos a Di?scoro Galindo y a Lorca”, asegura Ranz.

Lorca es muchos

“Si alguna vez, durante el franquismo, excavaron la fosa en la que los enterraron, tuvieron que encontrar cuatro cuerpos, y supongo que sacar?an a los cuatro…”, calcula Ian Gibson, para acto seguido manifestar de nuevo impotencia e indiganci?n: “Supongo… porque no sabemos nada ?Nada! ?Todo el mundo calla y miente!”

Y el primero en mentir es el propio certificado de defunci?n del poeta, uno de tantos que, en aquella época, se formalizaron a?os después de la muerte de los inscritos cuando lleg? el momento de poner orden administrativo sobre el aluvi?n de muertos y desaparecidos de la guerra. El Juzgado Municipal 1 de Granada certific? en abril de 1940 que, seg?n el registro local, Federico Garc?a Lorca, “hijo leg?timo de D. Federico Garc?a Rodr?guez y de D?. Vicenta Lorca Romero, soltero, de treinta y ocho a?os (…) falleci? en el mes de agosto de 1936, a consecuencia de heridas producidas por hecho de guerra, siendo encontrado su cad?ver el d?a veinte del mismo mes en la carretera de V?znar a Alfacar”.

No se encontr? el cuerpo del poeta. Federico Garc?a Lorca sigue hoy tan desaparecido como sus compa?eros de suplicio, y la familia del poeta no promueve pesquisa alguna. Pero de aquel grupo de ejecutados hay ahora un pariente que reclama investigaci?n, y, si aparece Di?scoro Galindo, quiz? se sepa algo m?s del paradero del artista que para Gibson es “s?mbolo de todos los desaparecidos de la tierra”.

Ranz abunda: “Cuantitativamente, Lorca es uno; pero cualitativamente es muchos, porque hay otros muchos m?s que, como él, tienen a gente deseando encontrarlos”.

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Ian Gibson
José Luis Roca
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El escrito enviado a la Audiencia Provincial de Granada, que trae como causa “los indicios evidentes de haber sufrido muerte violenta” tanto Di?scoro como Federico, propone entre los medios de prueba que se pidan las hojas de servicio de la Guardia Civil en Alfacar y Granada de entre el 18 y el 20 de agosto de 1936; que se busquen posibles ?rdenes de ejecuci?n en los archivos del instituto armado, que se averigüen las ?rdenes de detenci?n que emiti? la autoridad militar rebelde, y “si fueron ?nicas o bien si fueron sistem?ticas”, y que se llame a declarar a, entre otras personas, autoridades municipales que en los ochenta ordenaron obras en el barranco de V?znar o, en fin, Laura Garc?a-Lorca de los R?os, descendiente del poeta.

Ya se ha dicho que, 88 a?os después, es dif?cil reconstruir el crimen con la imaginaci?n. Ian Gibson cree que Lorca, Di?scoro y sus compa?eros de infortunio ir?an en el camino a la muerte “abatidos, tristes". Y que cuando bajaron del cami?n "no tuvieron el consuelo de ver por ?ltima vez la luna sobre la vega de Granada”, y que seguramente “Lorca se acordar?a en ese momento de Mariana Pineda, liberal asesinada como él, su hero?na...”



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