Juan Manuel de Prada (Barakaldo, Vizcaya; 1970) regresa a la escena literaria con una novela monumental, "Mil ojos esconde la noche" (Espasa), que entrega por partes: la primera, "La ciudad sin luz", va por la segunda edici?n apenas dos meses después de su publicaci?n; la segunda llegar? en un a?o, la pr?xima primavera. De Prada ha rescatado un personaje de su primera novela, el falangista Fernando Navares, un tipo resentido y m?s bien antip?tico y lo ha convertido en protagonista de un relato, "esperpéntico y alucinado", seg?n sus propias palabras, descarnado, sobre el exilio espa?ol en la Francia ocupada por los nazis. Hoy, a las 19.30 horas, la presenta en Oviedo, de donde es su familia pol?tica, en la librer?a Matadero Uno (plaza del Riego, 1).

–"Mil ojos esconde la noche" es una obra monumental, en m?s de un sentido.

–Es una novela que se va a publicar en dos entregas, de 1600 p?ginas –800 cada una–; aparte de su extensi?n, que no es lo m?s significativo, es una novela coral, que incluye muchas novelas, cada personaje tiene una. Ha requerido una documentaci?n muy ardua, porque son muchos los pintores y escritores que viv?an en Par?s en aquella época, yo he hecho una selecci?n. Casi todos ocultan esos a?os, a?os velados, o cuentan historias falsificadas. Fueron a?os dif?ciles y no siempre se comportaron heroicamente.

–?C?mo ha documentado la novela?

–Con mucho material de archivo, de archivos oficiales franceses –los franceses ten?an mucha desconfianza de los espa?oles y los ten?an muy vigilados– y catalanes, porque muchos exiliados eran catalanes, y del Archivo General de la Administraci?n dentro del que est? todo el archivo de la Falange en Par?s.

–No es un retrato muy amable del exilio.

–Era gente en la lucha por la vida, por la supervivencia, que ten?a que rebajarse a hacer cosas indignas, entrando a veces de lleno en la delincuencia. Muchos pintores se ganaban la vida falsificando obras de grandes maestros, muchos periodistas escrib?an al dictado, Mara??n luchaba por volver a Espa?a y ten?a que acomodar su lenguaje al de aquella nueva Espa?a, Picasso ocultaba su situaci?n privilegiada –Hitler hab?a ordenado que no se le molestara...–Son a?os peliagudos.

–?D?nde se ha situado usted como narrador en "Mil ojos esconde la noche"? ?Es un juez implacable, se compadece de sus personajes…?

–Esta es una novela muy marcada por la voz narrativa elegida para contar la historia, que es la del falangista Fernando Navares, resabiado, resentido y maligno. Es una mirada bastante corrosiva, que configura un universo esperpéntico. Luego, hay salvedades, él también tiene sus debilidades y la necesidad, a veces, de compadecerse. Es un personaje vitri?lico.

–Del exilio espa?ol en América se ha escrito y hablado mucho; de los que huyeron a Francia y otros pa?ses europeos no tanto.

–Porque en América fue donde mejor se les acogi?. El exilio francés est? oculto y tergiversado porque Francia ha manipulado y silenciado los episodios m?s vergonzosos. Francia ha ocultado el trato salvaje que daba a los espa?oles, c?mo los mandaba a campos de concentraci?n s?rdidos, a que bebieran agua de mar y comieran lo que hubiera, que era nada; no cuenta que, al estallar la guerra, que Francia declara insensatamente a Alemania sin posibilidades de ganarla, cuando los j?venes franceses son reclutados, sus puestos de*trabajo*se ocupan con mano de obra esclava espa?ola.

–?Francia lo ha ocultado?

–La gran mentira de Francia es presentarse como el pa?s resistente, cuando la gran parte de la poblaci?n francesa acat? la dominaci?n alemana y colaboro con ellos, también en la persecuci?n de los pocos resistentes que hab?a. Francia es uno de los pa?ses que mayores atrocidades ha cometido a lo largo de su historia y, sin embargo, la imagen que proyecta es la de ser la patria de los derechos humanos.

–?Hubo un pacto de silencio de los exiliados espa?oles para no revelar sus miserias?

–Todos aquellos espa?oles ten?an cosas que ocultar, era una situaci?n muy dif?cil. Casi todos los artistas exiliados colaboraron con las actividades culturales de Falange, no porque se hubieran pasado de bando, sino porque necesitaban sobrevivir. Estamos configurando una visi?n de la historia grotesca, llena de arquetipos maniqueos. Los seres humanos somos débiles, tenemos miedo. Aguantamos en un trabajo por miedo, tenemos miedo a perder nuestra reputaci?n, imag?nese lo que ser?a aquello. En los a?os 40 y 41, en los que transcurre la primera parte de la novela, todo el mundo piensa que Alemania va a ganar la guerra, que los totalitarismos se van a imponer en Europa. La guerra cambia de signo. Los exiliados empiezan a tener reticencias o dejan de lado la connivencia con Falange o con el colaboracionismo. Se trasplanta a Europa la democracia americana y van modulando su actitud. S?, hay un pacto t?cito para no contar las ca?das y las flaquezas de esos a?os. Aunque alguno habla abiertamente de ello: Fontserè, un cartelista anarquista catal?n, cuenta en sus memorias que colabor? como ilustrador en revistas antisemitas y que presentaba proyectos a los nazis. No era cuesti?n de militancia ni afecci?n alguna.

–?Usted cree en los héroes?

–Hay el hero?smo de las cosas peque?as, grandes heroicidades no. Creo en los héroes, pero creo que el hero?smo es algo excepcional que se da en personas muy concretas. Para ser un héroe hay que ser un poco insensato, no tener nada que perder, no tener una familia que alimentar… Héroes son los que viven desasidos de lo terrenal.

–El relato hist?rico tend?a a ser el de las grandes haza?as y los héroes, y no siempre con un interés pol?tico.

–Los seres humanos tenemos una propensi?n al mito, necesitamos relatos que nos hagan olvidar que somos seres débiles. Nos gusta contemplar modelos intachables, imaginamos que también nosotros lo somos y podemos fingir que somos extraordinarios. El problema surge cuando eso se usa ideol?gicamente, y se convierte a los otros en escoria humana. Y adem?s de esa ansia de crear mitos, est? lo que dec?a Le?n Felipe, de que nos gusta que nos adormezcan con cuentos, nos apetece escapar de la triste realidad con esos relatos.

–Escribe de gente y de una época en la encrucijada. ?Alguna conexi?n con la actualidad?

–No creo que la historia se repita, cada época tiene sus propios rasgos y no creo que esta sea semejante a aquella, decir eso me parece una estafa. Lo que es evidente es que Europa est? entrando en crisis y que la forma de gobierno que se impone tras la Segunda Guerra Mundial est? entrando en una fase de cansancio creciente.

–?Qué opina del ascenso de la ultraderecha en Francia?

–No conozco la pol?tica francesa y no puedo opinar. La rendici?n de Francia, en la Segunda Guerra Mundial, nos hablaba de un pa?s profundamente decadente, acomodado y incapaz de repeler una agresi?n. Esa decrepitud creo que ha vuelto a algunas naciones europeas. Cada vez hay m?s gente que considera que los partidos pol?ticos est?n defraudando las necesidades de los pueblos. Eso es lo que ha ocurrido en Francia, y en otros pa?ses, y en Espa?a en menor medida, aunque comienza a haber ciertos signos inquietantes: el ascenso de Alvise nos habla de un hartazgo y una desafecci?n a la partitocracia.



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