Tiene 23 a?os y es una joya, el corredor que cualquiera querr?a tener en su equipo. ?Es el Tour! El que este s?bado ha descubierto a Frank van den Broek, de la escuela neerlandesa, como si fuese un pintor del ciclismo. Y al que obsequia con el jersey amarillo al l?der de su equipo, a Romain Bardet, ?dolo de toda Francia, el hijo que querr?an tener los aficionados a este deporte en su pa?s. Y los que gritan en R?mini, donde acaba la primera etapa, felices por apagar a las voces locales, satisfechos porque el viaje a Italia desde Francia ha valido la pena.

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Ni Tadej Pogacar, ni Jonas Vingegaard, ni siquiera Wout van Aert, tercero en la meta, pese a la furia de un Visma que en este Tour viste de azul, por si acaso era el amarillo, color gafado en los escenarios, el que les hab?a hecho vivir un inicio de temporada con m?s golpes que en los autos de choque.

El héroe fue Bardet, el que ya ha anunciado con 33 a?os, seducido por la magia del gravel, que es el ?ltimo Tour que disputa. Y porque él es, también, el ?ltimo francés que subi? a lo alto del podio final de la carrera; segundo en 2016 y tercero en 2017, en los a?os en los que hac?a so?ar a los suyos que pod?a relevar a Bernard Hinaut para olvidar de una vez una sequ?a apocal?ptica que se remonta a 1985; nada menos que 39 a?os sin que un francés acabe el Tour de amarillo.
Bardet no est? para estas gestas. Lo suyo es una aparici?n, en plan divino, y acompa?ado de un ?ngel de la guarda que se llama Van den Broek, porque siempre una haza?a se hace mejor en equipo que en solitario, cuando el gregario tiene fuerzas. Van den Broek supera las colinas de los Apeninos en la fuga buena del d?a. Atr?s nadie se pone de acuerdo. Hay demasiado miedo a Pogacar, que decide tomarse el inicio del Tour en calma y hasta disfrutar con la piel de gallina cuando pedalea en circuito neutralizado por el puente Vecchio y las maravillas de Florencia.

Gloria en la ciudad de Fellini

As? que el DSM, el conjunto de Bardet, comprende que a r?o revuelto hay que pescar la etapa, en una Italia calurosa, m?s de 33 grados todo el d?a, sol de justicia al inicio y nubarrones aliviadores al final. Una cosa es que el Tour viaje a Italia y otra que no haya que disfrutar con el triunfo de un francés. Quedan 50 kil?metros para R?mini, la eterna ciudad de Federico Fellini, cuando Bardet ataca y su compa?ero neerlandés, que va por delante, lo espera. Una pareja contra todos, contra un pelot?n del que tiran en ocasiones los ciclistas del Visma, del EF y del Ineos, contra el UAE y contra los repechos de San Marino, por donde nunca hab?a circulado el Tour.

Bardet resiste mientras Van den Broek demuestra que tiene genio para convertirse en figura, el que no se arruga, el que, de hecho, se gana el jersey amarillo que se enfunda su jefe Bardet. ?Gloria para los corredores inconformistas! Sabe Bardet que el amarillo es una prenda circunstancial, como el traje que el novio s?lo se pondr? en el d?a de la boda. Pero han valido 12 a?os de profesional para conquistar lo m?s deseado para cualquier ciclista… sobre todo si se ha nacido en las tierras de Francia.
Sonr?en los seguidores franceses, los que se han comido un atasco de 200 kil?metros para llegar a R?mini por una autopista infernal que no se mov?a ni por un milagro. Lo hacen después de haber sufrido en la victoria ag?nica de su paisano, porque el Visma tiraba con furia para que Van Aert ganase la etapa y se vistiese de l?der como hizo en 2022. 15, 10 y al final s?lo 5 segundos que le valen al corredor del Macizo Central para ganar su cuarta etapa del Tour y suceder al ausente Julian Alaphilippe como nuevo francés al frente de la general.

“El ‘maillot’ amarillo es un broche para mi carrera. Hab?a estado cerca en otras ocasiones. Esta vez saqué mi instinto para conquistarlo”. Y para hacer muy felices a los suyos en tierra italiana y por los parajes en los que entrenaba Marco Pantani.





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